A pesar de la creencia popular, en España la existencia y la utilización del abanico data de tiempos bastante antiguos, no obstante sí es verdad que en su lugar eran usados otros utensilios rígidos con el propósito de aminorar el calor, de modo que es preciso insistir en que los abanicos utilizados eran totalmente rígidos hasta finales del siglo XV, cuando se abrieron las rutas comerciales con Oriente.
La historia cultural de los abanicos
En el momento en que aparecieron los primeros abanicos plegadizos, fueron introducidos a Europa desde España.
La innovación que brindo el nuevo diseño de los abanicos, fue copiada inmediatamente, por lo que primero se comenzó con su elaboración en España y después en los demás países europeos. A pesar de todo, los expertos abaniqueros de Italia y Francia fueron superando gradualmente la factura española, gracias a la perfección que caracterizaba su trabajo y a las medidas de protección que fijaron sus gobiernos.
No obstante y en la actualidad, en España todavía se conserva la artesanía abaniquera, aunque tanto Italia como Francia ya no cuentan con una producción de abanicos.
En la época de Carlos II, se trató de solucionar dicha situación
En el año 1679 se deseaba fortalecer la fabricación de abanicos en España, por lo que se actualizaron los talleres y se pusieron obstáculos al ingreso de los abanicos provenientes de Italia y de Francia.
Resulta significativo que al Marqués del Carpio, le fuese asignado el buscar en otros países a un buen maestro abaniquero que conociera cada uno de los secretos de este oficio, y como resultado de dicho encargo, durante el siglo XVIII se establece un maestro con el fin de enseñar esta labor en la Red de San Luis de Madrid.
Contando con la protección del Conde de Floridablanca, en España se establece un maestro francés llamado Eugenio Prost, cuyo propósito es poner una fábrica de la cual salieron cualquier tipo de abanicos que poseían los mismos diseños y calidad, que tenían los confeccionados en los demás países europeos.
Para finales del siglo XVIII en todo el país ya se elaboran abanicos, a pesar de que el centro de manufactura más grande se encontraba asentado en Valencia.
La fábrica más grande de abanicos estaba en Valencia
Igualmente y durante esa época, logra consolidarse una sociedad nacional de abaniqueros. La culminación de cada uno de esos esfuerzos en apoyo a la fabricación de abanicos, tuvo lugar en 1802 debido a la apertura de la Real Fábrica de Abanicos.
Para el siglo XIX, la industria abaniquera en Levante, logró convertirse en una de las principales en toda Europa, aunque para ese tiempo su manufactura mostraba signos de declive. La utilización de los abanicos en España se encontraba en ese momento tan extendida, que Teófilo Gautier, un escritor francés escribió: “Jamás he visto una dama que no lleve un abanico. Éste las sigue a cualquier lugar, incluso a las iglesias, los veo en mujeres de cualquier edad, ya sea que estén sentadas o arrodilladas, ellas rezan al mismo tiempo que se abanican siempre con el mismo entusiasmo”.